Desde mi punto de vista, al escuchar la palabra “Atlántico” es inevitable pensar en inmensidad. Recuerdo cuando fuí por primera vez al Cabo de San Vicente, situado en el Algarve Portugués. Tuve la sensación de que estaba contemplando el fin del mundo, Ver como se unía el cielo y la tierra me provocaba un estado de inquietud inigualable. También tengo que decir que visité sus playas y calas bañadas por este océano y os aseguro que son impresionantes. Playas de agua cristalina y arena fina y rocosos acantilados.

Me gustaria hacer un inciso sobre la La Praia da Marinha en Algarve, paisaje compuesto por acantilados rojizos de piedra caliza y tranquilas aguas color turquesa, que se ven interrumpidas solo por sus curiosos afloramientos rocosos. Por su belleza, esta playa ha sido utilizada en varias ocasiones como escenario de anuncios publicitarios.

Volviendo al tema central…, el Atlántico ha sido explorado extensivamente desde los primeros asentamientos humanos en sus costas. Los vikingos, los portugueses, los españoles de los que destaca Cristóbal Colón fueron sus más famosos exploradores. Después de Colón, la exploración europea se aceleró rápidamente, y se establecieron muchas nuevas rutas comerciales. A resultas, el Atlántico fue (y todavía es) la principal arteria entre Europa y América (el viejo mundo y el nuevo).

En definitiva, el Atlántico ha sido (y sigue siendo) para seres valientes, únicos, atrevidos y sorprendentes, como es el caso de los delfines mulares en Laguna (Brasil). Estos delfines ayudan a los pescadores locales y les indica donde están los bancos de peces golpeando sus cabezas o sus colas contra las olas. En ese momento, los pecadores sueltan las redes.

La majestuosidad del Océano Atlántico nos invita a reflexionar.

 

 

Hablar de estos lugares es como hablar de MAR DE FRADES, el auténtico Albariño MADE OF ATLANTIC.

xavier_bas, botelles

 

 

Podéis saber más sobre MAR DE FRADES en su Sitio Oficial